La tecnología es un elemento muy importante en nuestras
vidas. Queramos o no, está metida en nuestra rutina diaria. Está representada
en todas partes: desde las computadoras modernas hasta en un simple lápiz. Pero
su desarrollo está en manos de unos pocos poderosos, que crean necesidades, que
la sociedad inconscientemente intenta satisfacer.
En esta necesidad creada
surgen conocimientos, de los cuales nacen actos tecnológicos, que llevan a una
reflexión moral acerca de lo creado, en la que se elige qué satisfacer, cómo,
en qué medida, etc. De esta manera, los tecnócratas satisfacen e imponen a la
vez nuevas necesidades, creando en el resto de las personas una dependencia, un
círculo vicioso del cual no se puede salir fácilmente.
La única manera de liberarnos de esta “necesidad”, de este
dominio que manejan unos pocos para su propio beneficio, es entendiendo que
vivimos en un mundo tecnológico demasiado artificial. La tecnología no reside
en la computadora o el celular modernos, sino que es un acto natural que vive
en nosotros y en cómo podemos satisfacer nuestras necesidades básicas con el
medio ambiente. El respeto mutuo entre el hombre y la naturaleza anulará el
poder y la destrucción ambiental de los tecnócratas.